
Hablando desde el plano perceptivo, la gran mayoría de personas, tengan o no, algún tipo de formación musical, pueden percibir de una forma más o menos clara, una melodía simple y sencilla.
Otro tanto de personas podrán percibir además, sus rasgos característicos más comunes, como puede ser su rítmica o sus características formales básicas (comienzo, final, etc).
Las personas con formación musical, aunque sea básica, podrían detectar en una melodía, su composición interválica, su rítmica, sus rasgos formales, y la armonía inherente, entre las características más importantes.
Como compositor, ya sea que quieras crear una melodía para una canción de música popular, o para una pieza u obra de música clásica, deberías ser consciente de que el trabajo de plasmar una idea musical sobre una línea melódica simple, demanda un determinado tipo de equilibrio y organización, haciendo uso en igual medida, de la técnica y el instinto creador.
Como bien sabes, una melodía es un grupo de notas que puede percibirse como una sucesión coherente. De todos modos, esta sucesión, debe tener un conjunto de rasgos característicos que faciliten su rápida captación.
Esto es realmente muy importante, ya que la melodía es la “puerta de entrada” de una pieza musical o una canción.
No se reconoce una pieza musical por sus características amónicas, instrumentales o formales, sino por su melodía principal, que se transforma en su sello de identidad.
Independientemente de su simpleza o complejidad, una melodía representa un importantísimo elemento de orden y coherencia en todo tipo de composiciones (sean de pequeñas o grandes dimensiones).
Esto requiere un tipo de análisis que trasciende los límites de este post, pero que de todos modos, te servirá como una relevante introducción al tema.
Diferentes usos de una melodía
La manera en que ésta se gestione en el transcurso de una pieza musical, determinará su carácter y su estructura.
En el marco de la música clásica, una melodía puede tener una función principal, la de representar un “tema”: melodía que se repite a lo largo de una composición, y que juega un papel importante en la organización de esta.
De todos modos, no todas las melodías son temas (y también a la inversa), ya que por lo general se suelen encontrar otras melodías, como formas de acompañamiento, o contramelodía, por ejemplo, en las líneas de bajo, mediante un marcado contraste, acompañando la melodía principal.
Como melodía principal
- Se puede presentar sola, o junto a un acompañamiento (que puede ser elaborado a partir de una simple sucesión armónica, o de un complejo entramado contrapuntístico).
- Por lo general, si se la expone en el registro agudo de una textura musical, se percibirá como melodía principal.
Si se presenta en un registro medio o grave, tendrá que ser “compartida” por varios instrumentos, para reforzar y resaltar su presencia, y trabajar, de manera sencilla y ligera, su acompañamiento.
Como contramelodía
- Su tratamiento rítmico y melódico contrasta, en la mayoría de los casos, con el de una melodía principal. Su función, siempre será la de trabajar en post de la melodía principal.
- Puede usarse sobre una línea instrumental (solista) que, junto a un acompañamiento armónico de otros instrumentos, crean la base sobre la cual se moverá la línea melódica de un cantante solista. Esta técnica se denomina Obbligato, y se le dio uso en la Ópera o la música religiosa o sacra con acompañamiento orquestal.
- Si se la limita a seguir a una melodía principal (ya sea a una distancia de terceras o sextas), sobre una rítmica muy similar, se la suele denominar “parte colateral”, o doblar la voz principal (en la música popular). Por lo general, el objetivo de este uso, es el de incrementar la densidad armónica, o fortalecer la textura musical.
Otros tipos de tratamientos
Según el género musical, siempre en el contexto de la música clásica, podemos encontrar algunos tipos de tratamientos melódicos, como por ejemplo: Cantus firmus, Tonadas, Melodía sinfónica, Ostinato, melodías de enlace (u ornamentales), o melodía figurada.
A pesar de la importancia de estos tipos de tratamiento, no suelen encontrarse melodías que solo se construyan sobre la característica concreta de uno de ellos.
Características principales de una melodía
La altura de cada una de las notas que la componen, el registro en donde se presentan, su ámbito y su rítmica, van configurando los rasgos característicos de una melodía.
La distribución de cada una de las notas, dada por el ámbito, los puntos extremos tanto agudos como graves, los cambios de dirección (ascendentes o descendentes), diseñan su Contorno melódico.
Un ámbito restringido en la melodía, te asegura en cierta medida, su cantabilidad y su calidad. Por naturaleza, se entiende (a priori), que una melodía debe poder ser cantada con cierta comodidad.
De todos modos, existen diferencias (como es normal), entre las melodías vocales y las instrumentales.
Hay una mayor libertad a la hora de trabajar sobre una melodía instrumental, que sobre una melodía vocal, dada (como está claro) por las características propias de cada medio.
De todos modos, el concepto melódico en la música instrumental, se ha desarrollado de forma libre, a partir del concepto melódico de la música vocal.
Nota: Es importante que seas consciente de los recursos propios del medio (vocal o instrumental) que destines para la melodía que vayas a crear.
Debe poder ser interpretada por la voz (aunque quizás no tan cómodamente), de ser una melodía que compongas para ser cantada.
Igualmente, si compones una melodía instrumental, debe adecuarse a los recursos técnicos propios del instrumento que escojas para que la interprete.
Esto sería el comienzo de un adecuado y consciente trabajo de instrumentación.
En lo que respecta al plano armónico, entre las notas de una melodía, se van produciendo diferentes tipos de relaciones de tensiones y distensiones, derivadas de las implicaciones amónicas de cada una de éstas.
Dentro de la música tonal, una melodía se construye sobre una tonalidad específica.
Alrededor de esa tónica, se va configurando esa sucesión de notas, con un punto de inicio y un punto de llegada, desde y hacia dicha tónica.
Las notas de esa melodía, pertenecerán al tipo de escala que se determine para la tonalidad principal, aunque puede suceder que, en el transcurso de la melodía, ésta tome un giro (puntual) hacia otra tonalidad (generalmente una del mismo campo armónico de la tonalidad principal).
Pero la resolución o final de esa melodía (cadencia), será en la tonalidad original.
Este giro hacia otra tonalidad (aunque sea puntual) se denomina Modulación.
A nivel estructural, en la concepción de una melodía se puede hacer una analogía con una frase lingüística, en la que predomina un orden y coherencia.
El comienzo de una melodía, esta dado por lo que llamamos Motivo musical (o inciso). Este puede ser melódico, rítmico, o ambas cosas.
Es un elemento fundamental de una melodía y puede ser sujeto a repeticiones y variaciones o transformaciones, a lo largo de ésta.
Por lo general, su duración puede variar entre uno o dos compases.

La sucesión de dos o más Motivos, forman una Semifrase, y dos de éstas (y a veces hasta tres), forman a su vez, una Frase.
La segunda Semifrase, suele ser una elaboración de los elementos de los motivos que contiene la primera.
Para entender el concepto de Frase, basta con hacer una analogía directa con el verso de una poesía.
Se la percibe además, como una unidad de pensamiento musical, y es lo que determina el principio y el final de una unidad melódica.
Su estructura, lleva la importante función de regular el tiempo musical.
Así pues, dos (o a veces, 3 o 4) Frases, forman un Período. A su vez, varias Frases o Períodos, conforman una Subsección o una Sección, respectivamente.

Cuando existe un equilibrio entre dos Frases (y también entre dos Semifrases), y la segunda de ellas se la percibe como un complemento de la primera, llevan el nombre de Antecedente y Consecuente, respectivamente.
Esta relación (antecedente-consecuente) la encontraremos continuamente en la música (especialmente en las canciones y en las danzas).

Por último, no debemos olvidar el plano expresivo. Quizás el más importante, y que muchas veces, por centrarnos en lo técnico, se descuida un poco a la hora de desarrollar una idea musical.
Todos los recursos técnicos que te he comentado anteriormente, son meras herramientas que utilizarás con un único fin: transmitir algo, ya sean sentimientos, pensamientos, mensajes, etc. etc.
Lo que desees plasmar y transmitir, debes lograrlo a través del uso de la técnica y tu instinto creador, pero constantemente cuidando el camino por el cual te van llevando tus ideas.
Sí, soy de los que piensan que, en gran medida, la música te va llevando por donde ella quiere, y por lo general, creemos que tenemos el control de ello, aunque solo suceda por momentos.
De todos modos, cuanto más recursos técnicos dispongas, el abanico de posibilidades es mayor, está claro.
Sin duda alguna, el tema que he planteado aquí, requiere un desarrollo más amplio y que puede detallarse y matizarse mucho más.
Tal como he dicho al comenzar, será una buena introducción a este apasionante tema.
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Nos vemos en el siguiente post!. Y por supuesto, no olvides de componer, componer y componer!.
excelentes explicaciones claras y bien razonadas.Gracias
Hola Alberto!.
Agradezco tu comentario y que visites el Blog!. Me alegra saber que haya sido de utilidad este artículo.
Un cordial saludo.
Que buen artículo, muy clara y completa la información
Hola Víctor!
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